"Dale comprale eso, le va a gustar, pero no perdás más tiempo en esto". Entre risas, el policía prolijamente uniformado incitaba a su compañero -de idéntica vestimenta- a finiquitar con la tarea de Reyes Magos. La escena se producía en la vereda de Muñecas al 300, frente a una juguetería. La imagen de los dos jóvenes encargados de hacer cumplir la ley comprando productos ilegales a quienes no están autorizados para vender era tan grotesca como la respuesta de Claudio Robledo, el dirigente gremial de los vendedores ambulantes, quien dijo que "en Reyes la venta se le fue de las manos y no podían controlar a sus afiliados" desesperados por vender. El problema sigue siendo el mismo y, tal cual se lo anunció oportunamente, a nadie le interesa verdaderamente que finalice la venta ilegal en las calles. Ni a los vecinos que aprovechan las ofertas, ni a la Justicia, que parece que no le importa que no se cumplan las sentencias que le ponen coto a esa actividad. Ni a los dirigentes gremiales que miran para otro lado y fuerzan las leyes para su beneficio. Ni a los empresarios ni a la Federación Económica, que alzan su voz en contra cuando ya es imposible ponerse de acuerdo. Ni al intendente Domingo Amaya que habló de frenar esto y sacó a los inspectores municipales, pero esta semana ya había volado de la ciudad y sus agentes se evaporaron en un acto de magia seguramente pergeñado por los reyes. Ni al gobernador que siempre dice ni en este tema. Queda bien con los ambulantes y sus necesidades laborales y advierte sobre la venta ilegal, pero no mueve un dedo para que se legalice de una vez por todas la venta callejera o se deje de hacer. Nada cambió. Todo fue una gran obra de teatro. Cada actor cumplió con su rol y la moraleja que dejó la puesta fue que todo sigue igual.

Mal olor
Algo idéntico sucedió en Santiago del Estero. El año pasado terminó con el alivio y el compromiso de los empresarios tucumanos sobre la contaminación de la Cuenca Salí-Dulce. Tiraron cohetes porque se frenaban las causas judiciales a cambio de que se hicieran los tratamientos necesarios en los efluentes de las fábricas tucumanas. Como garante de este acuerdo se puso a la Secretaría de Medio Ambiente de la Nación que maneja el ex intendente de Berazategui, Juan José Mussi. Pero los cohetes estaban mojados y parece que con agua del Salí-Dulce, porque el mismo 31 de diciembre, el juez federal de Santiago del Estero, Guillermo Molinari, firmó la citación a declaración indagatoria de un buen número de industriales tucumanos. Aunque no tiene fecha para dar su versión ante el magistrado, también será citado el secretario de Medio Ambiente tucumano, Alfredo Montalván. En cambio, todavía con el sol de enero en la frente, comparecerán Fernando Terán (Santa Bárbara), Luis Pardo (Citromax), Jorge Rocchia Ferro (Balcanes), Héctor Mateos (Azucarera Argentina), José Fernández (Los Dulces Norte), Roberto Ortiz (Complejo Agroindustrial San Juan), Gonzalo Tanoira (San Miguel), Mario Menéndez (Litoral Citrus), Santiago Gasep (Azucarera del Sur), entre otros deberán comparecer en la primera quincena de febrero.

Los santiagueños dejaron en claro a los tucumanos que las cuestiones legales se cumplen sí o sí. Los mencionados y algunos vinculados a la papelera tendrán que presentarse ante la Justicia. Esta obra de teatro sigue igual porque aún con los pactos firmados y con los acuerdos declamados los tucumanos corren el riesgo de terminar encerrados por contaminación. La resolución del juez cayó como un balde de agua fría en los ánimos ya atemperados de los industriales y del funcionario provincial cuyos últimos controles de efluentes terminaron siendo un bumerán para él a juzgar por la decisión del magistrado santiagueño.

Talleres y riendas
A diferencia de Montalván, el rector de la Universidad Nacional de Tucumán quedó más desubicado que Domingo Amaya en asado "sijosesista" o que el estatal Marcelo Sánchez en el ministerio de Osvaldo Jaldo (Interior) y no en el de Edmundo Jiménez (Gobierno). En un exceso de sinceridad, Juan Alberto Cerisola reconoció que no sabía nada del cierre de los Talleres de Verano que la UNT venía haciendo hace años. Fue un caballero al no mencionar culpables, pero el bumerán le pegó en la nuca al dejar al descubierto lo sueltas que están algunas riendas en la UNT. En realidad, las cinchas se ajustan sobre las cuentas porque los números rojos preocupan. Cerisola se desespera por tener interlocutores válidos en la Nación. Aquella máxima de Luis Sacca, que sostenía que podía serle "más útil a la UNT siendo diputado nacional", no es de fácil cumplimiento. Sacca, al fin y al cabo, es un radical y no un hombre K. En cambio, el rector pone algunas fichas en Mario Leal, que tiene el número de los celulares de algunos funcionarios de Educación y de Economía, a través de jóvenes de la Cámpora. Pero nada de eso asegura fondos frescos, menos después de la cesantía de un camporista en el rectorado que provocó el ofuscamiento del diputado nacional Marcelo Santillán. En el laberinto universitario, quien peor la pasa es el secretario Administrativo, Mauricio Felman. Él pide ajustes, pero no le dan. Los dimes y diretes que salieron a raíz del cierre de los Talleres de Verano alentaron los chismes sobre los candidatos que miran con amor el sillón de Cerisola. Mientras el rector siente que si pudo empujar a Sacca al Congreso peleando contra ex rectores y ex presidentes de partido, él también podría llegar a ese magno edificio, Alicia Bardón, Mateo Martínez, José Luis Váquez y Susana Villarruel se entusiasman cuando escuchan que sus nombres danzan alrededor del sillón del rector.

Asado y quesillo con dulce de leche
En la última reunión que tuvieron en la Casa de Gobierno, Cerisola recurrió a la ayuda del gobernador José Alperovich, pero aún no tuvo respuesta. El gobernador de la provincia ya disfruta de las playas esteñas, pero antes de irse se despidió de su tropa comiendo chorizos, morcillas y otros cortes de carne a la parrilla. El anfitrión fue el titular del Registro Civil, Dante Loza, quien abrió las puertas de su casa en "Las Tuquitas" donde también tiene su polémica vivienda Rolando "Tano" Alfaro, sobre cuya ausencia -y cercanía- se oyeron algunas chanzas. Antes del helado y del quesillo (con dulce de leche o cayote, ya que había para todos los gustos) el gobernador volvió a repetir que nunca le ofrecieron el Ministerio de Economía de la Nación. No hubo grandes anuncios, salvo la recordación de cuánto habían crecido todos a la sombra del mandatario provincial. Fue un mensaje subliminal para que en un período sin reelección -por ahora- ninguno deje de mirar para atrás y recuerden los comienzos de la era alperovichistas.

Muchos ya sentían el cansancio de sábado, pero no se animaron a partir porque el gobernador no se iba y, para peor, se acostó a dormir una siesta que estiró el asado hasta las 19. El único que se fue antes que "el jefe" fue Regino Amado por obligaciones de su investidura prestada por el siempre licenciado Juan Manzur. Apenas se retiró, sus compañeros de tertulia advirtieron: "se fue a un acto y hay que entenderlo porque ya tenía abstinencia de foto". Mientras Alperovich dormía, Darío Monteros y su equipo le ganaron una pulseada al truco a su superior Osvaldo Jaldo, quien después recuperó la sonrisa haciendo trío con Antonio Ruiz Olivares y Gassenbauer (el hijo Guillermo). El que no pudo sonreir fue el concejal Ignacio Golobisky porque el director de Comercio, Pablo Zeitune, y el legislador Marcelo Ditinis lo tuvieron a mal traer al ping-pong. En la reunión estuvieron también la diputada Beatriz Mirkin, el legislador Armando Cortalezzi y los ministros Pablo Yedlin y Jorge Jiménez, así como el senador Sergio Mansilla y el súper ministro Jorge Gassenbauer. Fue todo jolgorio y diversión, y no faltaron los dardos contra el binomio de Germán Alfaro y de intendente Domingo Amaya y, por supuesto, los elogios para la esposa del gobernador. El teatro y el elenco alperovichista siguen poniendo la misma obra, con los mismos actores, el mismo público y el mismo final que en los últimos años.